1. Aunque parezca contraproducente, pon atención a tus uñas y manos. Si bien es nuestra fuerza de voluntad lo único que hará que dejemos de mordernos las uñas, cuidarlas, mantenerlas cortas, hidratarlas, darles una capa de esmalte, etc., nos ayuda a concentrarnos en no caer. No hay nada mejor que un poco de ilusión, pensar que también nuestras manos pueden ser bonitas, para recordarnos mantener los dedos fuera de la boca.
3. Busca alguna actividad que te permita reemplazar el morder las uñas, por ejemplo, ten siempre una pelotita de goma para ejercicios manuales y úsala cada vez que te descubras con ganas de morder tus uñas o te descubras haciéndolo. Algunos recomiendan tener palitos de zanahoria o de apio para esos momentos, de modo que tus ansias de masticar queden satisfechas.
4. Usa algún esmalte de sabor amargo o sus versiones caseras, como algo picante o de mal sabor en tus uñas. Hay gente a la que esto no ayuda en nada, principalmente porque se acostumbran a los malos sabores, de modo que quizás puedas probar rotando diferentes sabores desagradables.
5. Ten siempre una lima de uñas contigo. Así, si cedes a la tentación una vez, podrás eliminar el trozo roto y dejar la uña como si no hubiera pasado nada. A menudo seguimos mordiendo el trocito que sobresale y no nos detenemos hasta que no queda uña.
6. Pide ayuda a tus conocidos. Este es el consejo más difícil de seguir, pero también uno de los más útiles, porque la gente a nuestro alrededor puede ayudarnos a notar cuándo nos mordemos las uñas o detenernos cuando nos ven haciéndolo. Sin embargo, a veces es difícil aceptar que nos corrijan todo el tiempo, de modo que es bueno hacerlo solo con aquellas personas con las que tenemos más confianza, quienes también pueden ayudarnos con el “pensamiento positivo”, celebrando con nosotros cuando esa uña cortísima empieza a crecer y verse normal.